Todo era borroso, opaco, como si un regulador de la nitidez del cuadro tomara conciencia en la escena y la maniobrara a gusto y capricho suyo. Me di cuenta entonces, detrás de la imagen algo, muy peculiar paraje el que me encontré. Me empujaron curioso, me guiaron mientras en aumento resplandecía. Los bordes lisos de un muy pálido marrón, las grietas que de ella sobresalían se mostraron. Y aquella edificación rocosa de un linóleo pétreo ver.
domingo, 6 de julio de 2008
viernes, 4 de julio de 2008
GALERA
Podría pensar que a echo bien el sumo de todo lo que de él en plena certeza del todo sabía. Y aquel todo que el creía poseer era tan solo una minúscula parte de un sector apostillado, aniquilado a un costado de una galera avasalladora en extremo por su enormidad y que aquel sector no era más que una pelusa roída que se escabullía por debajo de unos objetos que rodaban en movimiento armónico hacia el lado opuesto de la dirección que tomaba dicha pelusa. Más aún no suponemos siquiera la grandeza de aquel espacio, más que la galera contenía un millardo de objetos, unos grandes y rugosos, perezosos, yertos la mayoría con unos grandes bostezos que habitaba al vacío y otros pequeños, jocosos , juguetones sesudos recién despiertos. Pues volvamos al sector, y observemos la configuración, luego insertemos los datos y que todo el sistema se apropie para observar la posición de aquella minúscula parte que aquel ser daba por plena certeza poseer como el todo. Y de aquel todo abría llegado al método adecuado para la resolución de cada uno de aquellos escozores que el inevitable movimiento los hace cada vez con más ansias de la transgresión que nos inmola de a poco. Y de aquel levitar, la certeza perfecta, la alegría de saber y la resolución, el descanso de ya no pensar más. Pero y todavía, la posición de aquella minúscula parte incluida en aquel sector que se la podría medir indefectible, y establecer mediante sus intervalos en la longitud de onda que proyecta se escabulle, y nos juega con proyecciones erroneas, con espejismos dialécticos. Será que la galera se mueve?, que se contrae? empero inexiste poco a poco?.
jueves, 3 de julio de 2008
RETORNO
Me siento sujeto a una inevitable sensación que carcome a aquella seguridad de estar en tus calles, en tus esquinas y piedras, aquella seguridad que te dan tus olores y sombras. Los kilómetros que he recorrido y el tiempo que a transcurrido alejado de ellas, de aquellos zaguánes y techos cinc me han trastocado. Me siento víctima de un complot que poco a poco ha minando mi estado. Veo y no veo más que paneles conocidos dentro de vitrinas profundas, vitrinas con cerdos mutilados abocados en enormes charcos. Percéfones alados en incienso y la mirra su aroma. Paso lento me sienten, irreconocible me miran. Los nervios toman posesión y yo que me dirijo al centro mientras los rostros no me dejan avanzar. Voy despacio, asegurando cada paso que doy para no caer en alguna hurtadilla última quizás hacia algún pozo profundo del cual ni Sara me podrá librar. A cada paso el siguiente por las piedras, por la antigua fábrica de galletas el cóndor, los coches uno, quizás otro me segan...
AMANECE
......
Era la tarde muy fría, tarde nebulosa, entre casas que en forma horizontal se desplegaban en barricadas una tras otra. La bruma en el cielo se apreciaba tras líneas que conformaban aquellas casas plomizas con rejas y céspedes bien cuidados. Calles pedregosas, ahora cubiertas de autos y niños con flores descalzos. Amenazaba la noche, y los bloques negruscos que se arrinconaban hacia el Norte prometían venir. Viene la lluvia decían, murmullos que ahora venían un poco frenéticos, graznaban por amenaza de tormenta. Pero imaginaba la noche, nos imaginaba, mientras la tarde perdía fuerza y la bruma inundaba paso a paso, agigantados todos, los rincones de las casas. Las voces que en un principio formaban parte del sitio ahora solo silbidos fugaces pasaban muy entre cortados uno de otro. Lo inevitable, y el sonido golpeteaba, la temperatura descendió mientras caían, al principio calmo, luego un blanco terciopelo que la torrencial precipitación nos dejaba atónitos, el granizo disperso en la graba y las cuantiosas cantidades, nerviosos aún más. El tiempo trémolo de rayos, muchos de ellos, sin intervalos entre lo visto y el sonido.
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