miércoles, 26 de octubre de 2011

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La tarde; el cruel espanto del sol en detrimento de todas las constelaciones posibles, ella de piel; ella de fuera; ella de polvo, de polvo y un de un hola que tal; miles de holas que tal; miles de sonrisas hipócritas; cientos de manos apretándose; de manos grasas apretándose en su piel de su desprecio matutino. Son las 3am; poco importa, preciso otra ausencia más -gracias Ballard- que una cadena interminable de noes. Prefiero un mínimo grupo de sies; que una batalla interminable con fantasmas denodados.

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Un Cronos desvaído al filo de nuestra cama secreta. Mira, el fin, si, es el Fin, mira. Que alivio.