Siempre; el
ruido de las cosas, los cadáveres de los rancios espacios entre lo que se hizo y lo
que se es tienen valores comunes. Una constante matutina de labios carmín, una
constante curvilínea de temibles y agudas dentelladas profundas. Tú no lo sabes
pero los cadáveres rancios también retumban con sus sinuosidades exentas sus últimos
fluidos corrompiendo ya el acto inmóvil de la ceguera. Procesos mecánicos, la inercia, tus ojos ámbar, tu larga nariz de garza, tú despojo, tú cadencia residual. Yo sé
que bailas, pero yo ardo en las llamas del no Ser sin ningún problema. Becho…
domingo, 18 de diciembre de 2011
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