En la Inglaterra
del siglo XVII cuando la importancia de la música hizo
que se crearan toda clase de mascaradas, comedias, madrigales, motetes,
coros y piezas instrumentales floreció el arte dramático de la mano del
genio de Shakespeare expresada de manera
clásica en los mercaderes de Venecia. Luego
en la Corte de Luis XIV brillo otro genio con sus comedias-ballets como es Moliere con
su íntimo amigo J B Lully en la música.
Como Goethe y Schiller se pusieron al servicio de sus dramas como en el Fausto aquí vemos pues Escenas del Fausto de Schuman o en la octava sinfonía de Mahler de un curioso misticismo medieval.
En el siglo XVIII la música y el arte escénico lograron su absoluta independencia en donde pudo distinguirse la pura música escénica de la verdadera música teatral tras siglos de trabajo en conjunto con su indiscutible independencia como en los espectáculos chinos o japoneses, en la tragedia griega o en los misterios de la edad media.
A pesar de la indiferencia del público por su pronta decadencia de esos dos géneros musicales la música escénica no desapareció del todo incluso en la música de Grieg para el Deer Gynt de Ibsen hubo un nuevo punto culminante.
El momento más extraordinario de tensión musical y dramático se encuentra en el segundo acto de juegos de ensueños de Strinberg con un profundo simbolismo en la tocata de Bach.
Existe pues una continua relación mutua entre el drama y la música, relación ya exigida por razones externas o condicionadas por motivos internos.
Como Goethe y Schiller se pusieron al servicio de sus dramas como en el Fausto aquí vemos pues Escenas del Fausto de Schuman o en la octava sinfonía de Mahler de un curioso misticismo medieval.
En el siglo XVIII la música y el arte escénico lograron su absoluta independencia en donde pudo distinguirse la pura música escénica de la verdadera música teatral tras siglos de trabajo en conjunto con su indiscutible independencia como en los espectáculos chinos o japoneses, en la tragedia griega o en los misterios de la edad media.
A pesar de la indiferencia del público por su pronta decadencia de esos dos géneros musicales la música escénica no desapareció del todo incluso en la música de Grieg para el Deer Gynt de Ibsen hubo un nuevo punto culminante.
El momento más extraordinario de tensión musical y dramático se encuentra en el segundo acto de juegos de ensueños de Strinberg con un profundo simbolismo en la tocata de Bach.
Existe pues una continua relación mutua entre el drama y la música, relación ya exigida por razones externas o condicionadas por motivos internos.
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