miércoles, 23 de diciembre de 2009

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Tálata se arreglaba el cabello negro, liso de azabache.Sus ojos, órbitas expuestas a planetas naúfragos que en ella orbitaban se veían inquietos y deseos de un trago más; ardiente, dulce y sincero. El pub estaba lleno de hombres en apariencia alegres, pero tan solo máscaras que rondaban sincesar como una colmena de avejorros lisos por conquistar a la abeja cruel. Los murmullos, la orquesta inexacta, la polca, la cumbia villera y el chamamé.

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Un Cronos desvaído al filo de nuestra cama secreta. Mira, el fin, si, es el Fin, mira. Que alivio.