jueves, 19 de junio de 2008

SANTUARIO

Se conoce que el barroco es una proliferación europea que tomó vida propia en nuestras tierras americanas. El barroco brasileño, el argentino, tan solo mostrar un decorado interior de San Franciso, o él de la Compania para dar a la cuenta que el dolor aquel cruento de nuestras vidas híbridas se ha visto y abatido por el tramo extenso del Norte y del Sur que nos aniquila. Pero allí con tan solo una caminata por el centro histórico de Quito y darnos cuenta de aquel que se amalgama en nuestras retinas y los gringos de paso. Los años han echo que tan solo aquel, el barroco quiteño instalado muy plácido en toda la historia del arte mundial se diera y en mí como algo ya antes dicho. No es una influencia, mas nunca lo ha sido. El barroco desde las correderas pistas de las durmientes tras la casa de padre en el Recreo, las railes que se encausaban hasta la terminal de Ambato son aquellos que me han visto correr y ahora a esta composición tomada de capturas en las islas encantadas cuando padre en los años 80 viajaba a Galápagos. Esta composición que son las imágenes que ví, que me maravillaron y decirle cuando me lleva papi. Y es más, aquí la imagen presentada como una improvisación, tan solo una recreación de los años a misa, de los años de lágrimas de mami. Aquel santuario del camino el Rey, con Helena y su residencial y el Chelo, con ñaño y nuestros juegos. Inmenso realmente es. Y el santuario como todo, en cada visible, entriscado y pequeños lapsus, la vida y el todo nos da aquella imagen para recordarnos que estamos aquí, que tan solo estamos y el todo , la inmensidad que es nos observa. Me arrodillo y pienso en los años, en ellos en el que el hoy se encuentra tan inexpugnable.

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